Luz Alejandra Flores Badillo
Maestrante de
Marketing Político
Universidad Autónoma de
Durango
Giovanni
Sartori nos lleva en su obra de Homo videns la Sociedad teledirigida a
analizar la sociedad multimedia en la que vivimos hoy inmersos. Y darnos cuenta
de que en nuestro acontecer cotidiano todo se reduce a un tele ver y
video vivir. Por lo cual su tesis se centra en hacer un llamado de
alerta en esa transformación que estamos teniendo las personas; de ser homo
sapiens, seres caracterizados por la reflexión y la capacidad para generar
abstracciones, pasar a convertirnos en homo videns criaturas que miran pero que
no piensan, que ven pero no entienden.
El
autor estructura su trabajo principalmente en tres apartados y un apéndice
donde se vierten ideas complementarias: La primacía de la imagen, la opinión
teledirigida; ¿y la democracia? Es en estos ejes donde desarrolla y amplia su
tesis.
Todo
inicia desde el momento de la infancia en el que antes de saber leer y escribir
se esta educando por un televisor; El
problema es que el niño es una esponja que registra y absorbe todo lo que ve y
al darse esto se da la ventaja de lo visible sobre lo intangible lo cual modifica
radicalmente y empobrece el aparato cognoscitivo, es esto lo que Sartori define
como la primacía de la imagen. Donde ya la persona esta vídeo-formada y
se ha convertido en alguien incapaz de comprender abstracciones y de entender
conceptos. Este niño algún día se convierte en adulto, Pero se trata de un
adulto sordo de por vida a los estímulos de la lectura y del saber transmitidos
por la cultura escrita. Los estímulos ante los cuales responde cuando es adulto
son casi exclusivamente audiovisuales. Por tanto, el vídeo-niño no crece mucho
más. A los treinta años es un adulto empobrecido, marcado durante toda su vida
por una atrofia cultural; queda como un ser «reblandecido por la televisión»,
adicto de por vida a los videojuegos. No podría describir mejor al vídeo-niño,
es decir, el que ha crecido ante un televisor.
Con esto se va desentrañando un hecho tan evidente como es el poder de
la televisión en la deformación del proceso de formación del hombre; situación
que a la vez ha sido ignorada y nos lleva hasta el fondo de una realidad que a
veces no queremos aceptar, en donde este instrumentos de la modernidad en vez
de ser usado ya nos utiliza a nosotros.
Lo preocupante es que la televisión, a
diferencia de los otros medios de comunicación que han precedido, destruye más
saber y más entendimiento del que transmite, de acuerdo a la apreciación que se
hace.
Es
ahí por eso que el hablar del desarrollo
mediático con la aparición del televisor es un caso-
Y
cuando la televisión se define como un progreso, se sobreentiende que se trata
de un crecimiento«bueno». Por lo cual se nos muestra que en este caso no estamos hablando del progreso de la
televisión (de su crecimiento), sino de una televisión que produce progreso. La
advertencia es, que un aumento cuantitativo no mejora si no está acompañado de
un progreso sustancial. Lo que equivale a decir que un aumento cuantitativo no
es un progreso cualitativo
Hablamos de una era
multimedia que hoy nos da varios instrumentos de amplia comunicación; pero aun
cuando la televisión ha sido desbancada por la computadora. No es la misma
dinámica en la utilización de esta; ya que en la televisión no se tiene una
interacción que recibe y transmite como en la computadora sino solo es un
proyector pasivo que muestra lo que tiene. La Internet es la gran red,
un asombroso medio multifacético: que aunque
transmite imágenes, también tiene texto; abre al diálogo entre los
usuarios que se buscan entre ellos e interactúan; y permite una profundización
ilimitada en cualquier tema.
La pregunta es si la Internet originará o no
un crecimiento cultural. Debería ser así, pues el que busca conocimiento en
Internet, lo encuentra. La cuestión es cuántas personas utilizarán Internet
como instrumento de conocimiento y cuántas por entretenimiento para matar el
tiempo. El obstáculo en esto es que el niño que se inicio con la televisión
cuando llega a adentrarse con la
Internet su interés cognoscitivo no está sensibilizado para
la abstracción. Internet debería estimular el crecimiento cultural. Pero en la
práctica puede suceder lo contrario, ya que el homo videns ya está formado cuando tiene acercamiento
con este medio. Sin duda es un reto la utilización que se le pueda dar de
acuerdo a la formación del individuo.
Aquí
el autor nos lleva a entender que después del proceso que se tiene desde la
niñez con la televisión, seguirá una relación muy estrecha en nuestra vida
adulta al punto de influir en nuestra concepción de la sociedad y del
acontecer político, aunque a muchas personas no les interese
saber; es algo primordial ya que es
parte del sistema en que vivimos y lo cual marca nuestro bienestar o perjuicio.
Es
así como Sartori acuña el término
vídeo-política al referirse a uno de los múltiples aspectos del poder del
vídeo: su incidencia en los procesos políticos, y la gestión gubernamental poder de la imagen
está también a disposición de las dictaduras de acuerdo a la información que
ellos nos envían y la cual no procesamos solo afirmamos sin cuestionar la
veracidad de esta.
En la actualidad, los
ciudadanos piensan sobre todo en función de cómo la televisión y de ahí se les
induce a opinar. Y en el hecho de conducir la opinión, el poder de la imagen se
coloca en el centro de todos los procesos de la política contemporánea. La
televisión condiciona enérgicamente los procesos electorales o puede
condicionar con facilidad a los gobiernos según sus intereses. Al final para
ser un medio que se utiliza para manipular a las masas.
Y es aquí en esta parte
donde se nos hace ver el hecho de cómo esa falta de abstracción de acuerdo a
los condicionamientos que traemos nos lleva a no racionalizar de fondo los
acontecimientos que día a día nos presentan en los noticiarios; y quedarnos con
la parte de verdades a medias o mentiras convertidas en verdades donde somos
juego de un limitado grupo de intereses que orienta nuestra opinión, nuestro
pensar, nuestro actuar a lo que sea más conveniente.
Debemos reafirmar que información
no es conocimiento por sí misma, la información no lleva a
comprender las cosas: se puede estar muy informado de muchas cuestiones, y a
pesar de ello no comprenderlas. Por eso se puede decir que la información da
solamente nociones.
Vivimos del espectáculo
porque eso es lo que brinda la televisión y como le damos tal valor hemos
distorsionado a nuestra sociedad por querer seguir el espectáculo en donde no valoramos las cosas
sustanciales pero si elevamos las superficiales. El mundo real no es así y el que
lo convierte en eso deforma los problemas y nos desinforma sobre la realidad;
peor no podría ser.
Hemos llegado a tener una
dominación detestable en la que somos rehenes de lo que un caja electrónica nos
muestra. Existe lo que el aparato quiere hacernos creer nos forma con imágenes
que nos dan una concepción de las cosas, del mundo, de las ideas, de los
acontecimientos, pero todo eso en la medida que este planeado esta
distorsionado; por eso fácilmente la televisión puede mentir y falsear la
verdad, exactamente igual que cualquier otro instrumento de comunicación. La
diferencia es que la «fuerza de la veracidad» inseparable a la imagen hace la
mentira más eficaz y, por tanto, más peligrosa. De ahí su facilidad en
dictaminar y construir la opinión de quién la consume y en caso peor la que le
da toda la credibilidad en lo que le muestra. Y en ese sentido Sartori llama a
esto la
opinión teledirigida.
Así que la pregunta es ¿a
dónde vamos a parar como sociedad? ¿Y la democracia? ¿Acaso somos seres que no podemos construir
nuestras propias opiniones? .
El aspecto de vídeo-política que trata es que la televisión favorece voluntaria o
involuntariamente a la emotivización de la política, es decir, una
política dirigida y reducida a hechos emocionales. En aprovechamiento del ser humano sensible;
moviendo sentimientos, generando pasiones para descontrol y beneficio..
Pero
al preguntarnos de la democracia es trasladarnos a tener una clara idea de que
es el medio de poder del pueblo. Y nadie pone en duda que éste es el
principio de legitimidad que instituye la democracia. El problema siempre ha
sido de qué el poder de la gente no se ha hecho efectivo. Una cuestión es la
titularidad y otro bien diferente es el ejercicio de poder. La televisión tiene el poder en la vida de muchas personas,
crea una «multitud solitaria». Se dice que el pueblo soberano es titular del poder. Y yo les pregunto ¿De qué
modo y en qué grado en la realidad hemos podido
ejercerlo?
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