lunes, 6 de enero de 2014

HOMO VIDENS LA SOCIEDAD TELE DIRIGIDA Y LA DEMOCRACIA

                                                                                              Luz Alejandra Flores Badillo
                                                                                Maestrante de Marketing Político
                                                                              Universidad Autónoma de Durango
  
Giovanni Sartori nos lleva en su obra de Homo videns la Sociedad teledirigida a analizar la sociedad multimedia en la que vivimos hoy inmersos. Y darnos cuenta de que en nuestro acontecer cotidiano todo se reduce a un  tele ver y  video vivir. Por lo cual su tesis se centra en hacer un llamado de alerta en esa transformación que estamos teniendo las personas; de ser homo sapiens, seres caracterizados por la reflexión y la capacidad para generar abstracciones, pasar a convertirnos en homo videns criaturas que miran pero que no piensan, que ven pero no entienden.
El autor estructura su trabajo principalmente en tres apartados y un apéndice donde se vierten ideas complementarias: La primacía de la imagen, la opinión teledirigida; ¿y la democracia? Es en estos ejes donde desarrolla y amplia su tesis.

Todo inicia desde el momento de la infancia en el que antes de saber leer y escribir se esta educando por un televisor;  El problema es que el niño es una esponja que registra y absorbe todo lo que ve y al darse esto se da la ventaja de lo visible sobre lo intangible lo cual modifica radicalmente y empobrece el aparato cognoscitivo, es esto lo que Sartori define como la primacía de la imagen. Donde ya la persona esta vídeo-formada y se ha convertido en alguien incapaz de comprender abstracciones y de entender conceptos. Este niño algún día se convierte en adulto, Pero se trata de un adulto sordo de por vida a los estímulos de la lectura y del saber transmitidos por la cultura escrita. Los estímulos ante los cuales responde cuando es adulto son casi exclusivamente audiovisuales. Por tanto, el vídeo-niño no crece mucho más. A los treinta años es un adulto empobrecido, marcado durante toda su vida por una atrofia cultural; queda como un ser «reblandecido por la televisión», adicto de por vida a los videojuegos. No podría describir mejor al vídeo-niño, es decir, el que ha crecido ante un televisor.  Con esto se va desentrañando un hecho tan evidente como es el poder de la televisión en la deformación del proceso de formación del hombre; situación que a la vez ha sido ignorada y nos lleva hasta el fondo de una realidad que a veces no queremos aceptar, en donde este instrumentos de la modernidad en vez de ser usado ya nos utiliza a nosotros. 
 Lo preocupante es que la televisión, a diferencia de los otros medios de comunicación que han precedido, destruye más saber y más entendimiento del que transmite, de acuerdo a la apreciación que se hace.
Es ahí por eso que el  hablar del desarrollo mediático con la aparición del televisor es un caso-
Y cuando la televisión se define como un progreso, se sobreentiende que se trata de un crecimiento«bueno». Por lo cual se nos muestra que en este caso no  estamos hablando del progreso de la televisión (de su crecimiento), sino de una televisión que produce progreso. La advertencia es, que un aumento cuantitativo no mejora si no está acompañado de un progreso sustancial. Lo que equivale a decir que un aumento cuantitativo no es un progreso cualitativo
Hablamos de una era multimedia que hoy nos da varios instrumentos de amplia comunicación; pero aun cuando la televisión ha sido desbancada por la computadora. No es la misma dinámica en la utilización de esta; ya que en la televisión no se tiene una interacción que recibe y transmite como en la computadora sino solo es un proyector pasivo que muestra lo que tiene. La Internet es la gran red, un asombroso medio multifacético: que aunque  transmite imágenes, también tiene texto; abre al diálogo entre los usuarios que se buscan entre ellos e interactúan; y permite una profundización ilimitada en cualquier tema.

La pregunta es si la Internet originará o no un crecimiento cultural. Debería ser así, pues el que busca conocimiento en Internet, lo encuentra. La cuestión es cuántas personas utilizarán Internet como instrumento de conocimiento y cuántas por entretenimiento para matar el tiempo. El obstáculo en esto es que el niño que se inicio con la televisión cuando llega a adentrarse con la Internet su interés cognoscitivo no está sensibilizado para la abstracción. Internet debería estimular el crecimiento cultural. Pero en la práctica puede suceder lo contrario, ya que el homo videns  ya está formado cuando tiene acercamiento con este medio. Sin duda es un reto la utilización que se le pueda dar de acuerdo a la formación del individuo.
 La Segunda parte del libro nos habla de la relación entre la televisión y la formación de la opinión pública. La televisión se caracteriza por una cosa: entretiene, relaja y divierte. Desarrolla al homo ludens; pero también la televisión invade toda nuestra vida, hasta endiosarnos. Después de haber «formado» a los niños continúa formando, o de algún modo, influenciando a los adultos por medio de la «información».
Aquí el autor nos lleva a entender que después del proceso que se tiene desde la niñez con la televisión, seguirá una relación muy estrecha en nuestra vida adulta al punto de  influir  en nuestra concepción de la sociedad y del acontecer  político,  aunque a muchas personas no les interese saber; es algo primordial  ya que es parte del sistema en que vivimos y lo cual marca nuestro bienestar o perjuicio.

Es así como Sartori acuña  el término vídeo-política al referirse a uno de los múltiples aspectos del poder del vídeo: su incidencia en los procesos políticos, y  la gestión gubernamental poder de la imagen está también a disposición de las dictaduras de acuerdo a la información que ellos nos envían y la cual no procesamos solo afirmamos sin cuestionar la veracidad de esta.
En la actualidad, los ciudadanos piensan sobre todo en función de cómo la televisión y de ahí se les induce a opinar. Y en el hecho de conducir la opinión, el poder de la imagen se coloca en el centro de todos los procesos de la política contemporánea. La televisión condiciona enérgicamente los procesos electorales o puede condicionar con facilidad a los gobiernos según sus intereses. Al final para ser un medio que se utiliza para manipular a las masas.
Y es aquí en esta parte donde se nos hace ver el hecho de cómo esa falta de abstracción de acuerdo a los condicionamientos que traemos nos lleva a no racionalizar de fondo los acontecimientos que día a día nos presentan en los noticiarios; y quedarnos con la parte de verdades a medias o mentiras convertidas en verdades donde somos juego de un limitado grupo de intereses que orienta nuestra opinión, nuestro pensar, nuestro actuar a lo que sea más conveniente.

Debemos reafirmar que información no es conocimiento por sí misma, la información no lleva a comprender las cosas: se puede estar muy informado de muchas cuestiones, y a pesar de ello no comprenderlas. Por eso se puede decir que la información da solamente nociones.
Vivimos del espectáculo porque eso es lo que brinda la televisión y como le damos tal valor hemos distorsionado a nuestra sociedad por querer seguir el  espectáculo en donde no valoramos las cosas sustanciales pero si elevamos las superficiales. El mundo real no es así y el que lo convierte en eso deforma los problemas y nos desinforma sobre la realidad; peor no podría ser.
Hemos llegado a tener una dominación detestable en la que somos rehenes de lo que un caja electrónica nos muestra. Existe lo que el aparato quiere hacernos creer nos forma con imágenes que nos dan una concepción de las cosas, del mundo, de las ideas, de los acontecimientos, pero todo eso en la medida que este planeado esta distorsionado; por eso fácilmente la televisión puede mentir y falsear la verdad, exactamente igual que cualquier otro instrumento de comunicación. La diferencia es que la «fuerza de la veracidad» inseparable a la imagen hace la mentira más eficaz y, por tanto, más peligrosa. De ahí su facilidad en dictaminar y construir la opinión de quién la consume y en caso peor la que le da toda la credibilidad en lo que le muestra. Y en ese sentido Sartori llama a esto la opinión teledirigida.


Así que la pregunta es ¿a dónde vamos a parar como sociedad? ¿Y la democracia?  ¿Acaso somos seres que no podemos construir nuestras propias opiniones?  .
El  aspecto de vídeo-política que trata  es que la televisión favorece voluntaria o involuntariamente a la emotivización de la política, es decir, una política dirigida y reducida a hechos emocionales.  En aprovechamiento del ser humano sensible; moviendo sentimientos, generando pasiones para descontrol y beneficio..
Pero al preguntarnos de la democracia es trasladarnos a tener una clara idea de que es el medio de poder del pueblo. Y nadie pone en duda que éste es el principio de legitimidad que instituye la democracia. El problema siempre ha sido de qué el poder de la gente no se ha hecho efectivo. Una cuestión es la titularidad y otro bien diferente es el ejercicio de poder. La televisión  tiene el poder en la vida de muchas personas, crea una «multitud solitaria». Se dice que el pueblo soberano es titular del poder.  Y yo les pregunto ¿De qué modo y en qué grado en la realidad hemos podido  ejercerlo?


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