viernes, 16 de septiembre de 2011

LA LEGITIMIDAD  DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA DEMOCRACIA EN MÉXICO

Por Luz Alejandra Flores Badillo

Los medios de comunicación no deberían olvidar que su primer deber es con la sociedad y con los individuos que la integran, y no con los poderes.
La democracia está formada por una multitud de factores  que se contraponen en un complejo equilibrio en el que se espera se obtengan resultados económicos y sociales que generen bienestar para todos, y una de esas herramientas que sirve para moldear la conciencia ciudadana de manera que, se legitime o deslegitime un sistema político, son los medios de comunicación. ¿Pero hasta que grado ellos actúan de manera legitima en la construcción de esa democracia que se busca construir en el país?
 Hoy en día podemos ver claramente como el valor de los medios estriba más en su carácter político conveniente que en su naturaleza comunicadora o de difusión.
La democracia pasa por el derecho a la información, por el respeto a la libertad de prensa, por la divulgación de las opciones políticas e ideológicas por el derecho a la divergencia y al debate, pero también por el rompimiento de la discrecionalidad y favores mutuos entre Gobierno y empresarios de los medios, por el fin de los monopolios informativos y por el establecimiento de compromisos por parte de los  medios de comunicación.
La realidad es que la actividad propia de los medios masivos de comunicación les ha hecho acumular poder frente a otros poderes establecidos así como frente a la sociedad que dicen servir.
No se puede negar una contribución positiva de los medios en la conformación de la sociedad a través de los años pero es también imposible pasar por alto la existencia de esas prácticas poco transparente o definitivamente turbias. Vivimos a la sombra de grandes intereses que manipulan las circunstancias a sus conveniencias y en esa guerra de ventajas para ellos se llevan a miles de ciudadanos que día a día tienen la esperanza que en algún momento existan mejores condiciones para todos.
 Nicolas Tenzer  en la sociedad despolitizada  dice que “La cultura de la pantalla ha reemplazado al pensamiento y la autorreferencia mediática a la prueba de la realidad, al distraernos abandonamos el mundo”.
Y es ahí la pregunta ¿que tan  “conveniente” ha sido para los Gobiernos   tener ciudadanos más distraídos o “televisados”?

Si hacemos un análisis podemos encontrar que en materia de comunicación lo que más tenemos es una gran oferta de entretenimiento. Podemos constatar que los empresarios de los medios le apuestan a ganar por esta vía dado que tal mercancía se vende mejor y más fácilmente.
Las masas lo que están consumiendo son programas de entretenimiento en radio y t.v., música, películas, programas de talk show, concursos, series policíacas, dibujos animados, futbol y lo más aclamado no podían faltar nuestras famosas novelas mexicanas.
¿Y la información? Los noticieros de radio y televisión, así como la prensa, tienen un público  que representa un pequeño segmento que no es comparable con el porcentaje de la población cuyos patrones de consumo se orienta al entretenimiento.
¿Qué estamos permitiendo nosotros como ciudadanos? porque para cierta clase de información que pudiera juzgarse como poco relevante como la deportiva, exigimos hechos concretos, situaciones, fechas, resultados… Mientras que para otra de mayor relevancia que tiene que ver con el progreso de la sociedad aceptamos declaraciones, presunciones, rumores, deducciones, inclinaciones y exageraciones. Con esto es difícil ubicar a los medios como un elemento en la construcción de una sociedad más democrática.
Se debería exigir mayor responsabilidad informativa y  honestidad; incluso en la presentación de programas de entretenimiento de mayor calidad con los cuales en su realización se  pueda contribuir a configurar sociedades más reflexivas y más exigentes Pudiera ser este un camino más confiable hacia sociedades más democráticas políticamente.  Pero ahora hablando de calidad pudiéramos tener dos personas que nos pudieran ayudar a resolver esto  le podemos pedir a la Srita. Laura  “que pase al desgraciado” o exigimos a Niurka que nos ayude a encontrar a quien “nos diga la veldad” de quiénes  son los responsables de configurar esta realidad que hoy ofrecen los medios. Paradójico, pero esto es lo nuevo en la televisión mexicana lo de mayor rating en el 2011.  A ese nivel llegamos en este momento con los programas que nos brindan los dos grandes imperios televisivos en el país, sin duda es un insulto a la inteligencia y a seguir desgastando los valores que quedan. Da vergüenza, pero más reconocer que es en el nivel  de degradación que de una u otra forma la sociedad esta permitiendo.

Somos programación de los intereses de los poderosos que juega con la falta de educación y cultura de un gran número de ciudadanos y la cual manipula e influye en las conductas y en la ideas.  Prefieren una sociedad sin educación, sin principios, sin valores, violentada, ultrajada con mentalidad limitada. Y  luego nos extraña el no entender porque las actitudes y los acontecimientos de hoy en día; con la basura que los medios no regulan ellos también han fomentado en algunas cosas una distorsión y descomposición en el seno de la sociedad. En definitiva una sociedad más educada y sensibilizada  no toleraría  esto.

Y que decir de la prensa, se ha convertido en parte de un sistema que se rige por reglas no siempre claras y explicitas, aunque su orientación ideológica esta siempre presente porque responde a los intereses de los propietarios; ya  que en ese medio son capaces de filtrar información y decidir que se publica, que se suprime y que se magnifica. De esa manera pueden restringir el alcance al público en las alternativas sociales, políticas y económicas, al marcarles cuáles son los temas en los que deben pensar. Limitan, sin duda el debate ya que se arrogan el derecho de incluir y eliminar sucesivamente los temas de la agenda pública.

Pero los medios siguen creciendo y con la aparición de la Internet tenemos un mecanismo más democratizador de la información que tiene la capacidad de distribuir grandes volúmenes de información en muy poco tiempo a una cantidad enorme de usuarios. Aunque sabemos que aun esto es limitativo para varios sectores de la población, es una nueva ventana a recuperar una información más real en tiempo y forma y con menos distorsión, pero sobre todo con una retroalimentación continúa que nos permite investigar antes de creer absolutamente todo lo que se nos dice y en ese conducto tenemos a las redes sociales.

Es momento de madurar como sociedad, de saber que clase de ciudadanos queremos ser y  definir que si podemos tolerar.
En el tránsito hacia la democracia, los medios de comunicación impresos y electrónicos juegan y jugarán un papel muy importante, en la medida en que estos se legitimasen  y cumplan con su papel social de informar con veracidad a la ciudadanía de todo lo que acontece en los diversos ámbitos de la sociedad, de manera que todos sin excepción estemos bien informados y contemos con los elementos necesarios que nos permitan tomar decisiones, sin ser más víctimas de los manipuladores de opinión pública que sirven a los distintos grupos de poder .  Pero como todo en este país  depende de nosotros de que hagamos valer el poder que tenemos. Ya no somos esclavos de nadie.  Dejemos de seguir esperando que venga “alguien” y acabe con nuestros problemas, necesitamos despertar y afrontar nuestra responsabilidad. Es fácil vivir de la fantasía cuando no queremos afrontar nuestra  realidad.  Dejemos de estar hipnotizados y abramos nuestra mente a la reflexión de las ideas; a los orígenes del ser humano antes de que existieran los avances tecnológicos. Recuperemos la conciencia y la razón del ser. No vivamos en el esquema sin cuestionar sin racionalizar. En el área de confort que nos quieren tener y que es conveniente creer.
El cuarto poder debe de  ser la sociedad en conjunto con los medios de comunicación y no los medios en su poderío; en ese momento donde la fuerza este en manos de quien nace la democracia se tendrá legitimidad en la construcción de una nueva nación con rumbo y con conciencia de lo que se quiere alcanzar.



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